Carlos Lamas


Por: Carlos Lamas

Carlos Lamas

Eso, más o menos, dijo una vez desde la tribuna aquel alcalde psocialista de Madrid, Tierno Galván, don Enrique. Ya saben, aquel prócer dombenitense -nunca podremos agradecerle lo mucho que hizo por esta ciudad, nunca (es ironía, vamos)- a quien un gobierno psocialista local le dedico el gran parque de la ciudad, bautizándolo con su nombre. Un parque, efectivamente, donde van a ‘colocarse’ unos cuantos, con la naturaleza. Pero no hablaré de esas ‘colocaciones’, no, echaré un párrafo sobre otras ‘colocaciones’. En este asunto cada cual es cada cual y no quiero descolocar a nadie.

Hemos oído demasiadas veces, jefe, que tal o cual político -generalmente como alcalde- “ha ayudado a mucha gente”, y que por tal ‘virtud’ era un buen hombre. Y no sé yo, porque si ha ayudado a muchos quizás haya dejado de ayudar a otros tantos, y más teniendo en cuenta que a quienes “ha ayudado” lo ha hecho con dinero público, ‘normalmente’, el tal proclamado prohombre. Y así, con un empujoncito, todos somos funcionarios compadre. Ándale.

Habría que ver, también, si sólo ha ayudado a los de su cuerda, con o sin carnet, o simplemente ha ayudado (ya no repito más la frase) haciendo el bien sin mirar a quien. Lo dudo. En todo caso a cada cual nos juzgará la historia, y la opinión pública, que de la opinión ‘publicada’ -como ésta, por ejemplo- no me fiaría tanto. Y luego, si eso, Dios dirá en qué sitio acomoda a cada quien. Que se sabe que Él no suele leer la prensa, ni pagar impuestos, ni buscar trabajo que ya tiene mucho. ¡Por Dios!.

Sea como fuere los políticos como cargos públicos, se han acostumbrado a ‘colocar’ a los suyos, muy cerca suyo (valga la redundancia) de ellos, para bailar pegados; tanto que muchas veces no alcanzamos a distinguir dónde acaba el trasero de unos y dónde empieza la lambetazo del colocado. Unos a otros suelen cuidarse las espaldas, máxime desde donde éstas -las espaldas- cambian de nombre (así se originan algunos embarazos no deseados, ojo, cuidao). Y los tales bien colocados suelen prestar a los colocadores ayuda, devoción y toda la alcahuetería que atesoren y puedan disponer al servicio del que allí los colocó. Mas, lo que es verdad es que todos tenemos algún enchufado en la familia. Pobre, es lo que hay. Pero, últimamente, fíjese jefe, yo estoy odiando más a los ‘espías’, a los ‘topos’, a esos que no se dan a conocer, que no se muestran, y de los que tarde, muy tarde, descubrimos su verdadera cara, tras la careta insípida.

Gallardo, el Ángel M., dice ahora que con las cuestiones judiciales que le amenazan, los jueces politizados y la ultra derecha, no lo “van a doblegar” (yo es que sí lo veo en la tele como un poco torcido, tocado del ala, vea). Como si estas imputaciones fueran un daño deliberado que le infligen, por ser quien es, sin haber roto un plato… Cabe pensar, por el contrario, que quien ha doblegado algo, como las leyes que presuntamente se haya saltado, es él y no los malvados y demoníacos acusadores. Veremos en qué queda todo este largo y bochornoso proceso. Bochornoso por las colocaciones que han salido a la luz y sembrado todo el camino de oscuridad. Aunque usted y yo, jefe, sepamos que en esto de las acostumbradas y usuales colocaciones de siempre jamás, lo que se cuenta y quizás salga a la luz es sólo la punta de un iceberg más grande que Groenlandia, por decir algo grande. En fin, que mal lo tiene el amigo de Quintana.

Los lametraserillos del gobierno del Psoe (sabe, jefe, que lo señalo así, sólo con la ‘P’ de Partido en mayúscula porque las otras siglas están, para mí al menos, en entredicho) y del Sánchez (en ese orden, primero fue el Psoe y después Sánchez, que fue primero la gallina y después el huevo de oro; al menos para los cristianos) que pueblan la parrilla de programas de La 1 de TVE, suelen ventilarse las críticas riéndose de los criticones -ya sabe, la ultraderecha y la derecha ultra plus- y poniéndolos a parir, normalmente sin estar éstos presentes, sin invitarlos, por “connivencia con el fascismo”, que diría Pablito. Y cuando los invitan les ponen trampas por doquier, los interrumpen y los mangonean. Y cuando va algún líder Psoísta lo suelen masajear, acariciar y dejarle el mejor sillón. Algunos ‘periodistas’ suelen cuidarse los zapatos andando de rodillas ante el poder supremo.

A propósito, ¿sabe usted cuántos millones se ha gastado el gobierno central (el del Psoe, sí, de Sánchez) en publicidad institucional y aledaños, en los medios privados, desde 2019? Agárrese, jefe: 1.800 millones de euros. Esto dice ‘La Gaceta’, según un informe de la Fundación Disenso. Ese dinerillo calla bocas, tuerce críticas y pareceres, silencia polémicas y compra hasta árbitros. No hay quien se resista a las órdenes del patrón, dueño del medio de comunicación -el que pone la mano y se lleva la dádiva-, para que ningún cronista haga olas, ni agite a la audiencia, y para que se entreviste a éste o aquél ministro/a/e, de manera suave y confortable. El control total de medios públicos y privados, a través de sueldazos a estrellas (fugaces, probablemente, esperemos) mediáticas y de gastarse millones del dinero de todos en publicidad institucional; es un hecho, la verdad ha muerto. Vea sino la mucha publicidad de varios ministerios que se ve en la tevé comercial, hoy casi más que nunca; que hay que tapar y callar, que urge, leches.

Le he preguntado a un tipo de IA (inteligencia artificial) que tengo en el móvil (por hablar con alguien, oiga, que se está muy solo aquí en la cúspide), cuántos impuestos de nueva creación se han establecido en España, a nivel municipal, regional y estatal, desde 1987, año en que he amarrado mi cayuco por estas playas. Y me ha dicho el señor o señora virtual, que unos 30. Y, aunque creo que serán más, no discuto con el bicho cibernético porque después me acusa de violencia virtual, de odio digital y racismo artificial.

Sigamos. Cuando el que redacta esto puso los pieses en estas latitudes, si al mediodía ibas a cualquier bar había seis filas de personas de distancia entre tú y el camarero más cercano. Por las noches las discotecas habrían de lunes a lunes, y allí siempre había animación, nuevos conocidos, anónimos por conocer y no tan conocidos consuetudinarios; y buena o mala compañía. Y música que nadie oía. De todo, bah. Ya no recuerdo cuántos clubes de alterne funcionaban por la zona -de ésta o aquélla manera; que me lo han contado, vaya-, y daba la impresión que el dinero se nos escapaba (‘nos’ es una forma de decir, porque al tipo que cuenta el cuento, nunca le faltaba hambre que repartir) generosamente. Supongo que los avispados politicastros de aquel entonces vieron el filón que existía en la sociedad de dinero dulce, para implementar nuevas tasas, cargas y tributos, los suficientes para que el país no estallara y así ellos, con esos dinerillos extras, pudieran colocar a sus gentes en multitud de asociaciones, colectivos, instituciones varias y a discreción, sindicatos, oenegés, pseudo mancomunidades y demás fundaciones y entidades de “bien público” pero de ellos y ellos; o sea, suyas, privadas y exclusivas. Supieron pronto que nada manda más que el dinero.

Así habrá sido como fueron acostumbrándose a hacer de su capa un sayo y de su club una mafia sectaria. Camparon a sus anchas, o sea, convirtiendo en normalidad la injusta y aprovechada recalificación de todo lo recalificable, ampliando el negocio y multiplicando los panes y los peces de todos, para dárselo sólo a los propios a río revuelto. El milagro apócrifo que convirtió a líderes de chichinabo en salvadores. El plan perfecto que consiguió colocar a los ‘nuestros’ en todos los ámbitos del poder, la opinión y la decisión. No dejaron nada al azar, ni a la justicia. Y todavía, correligionario, estos fenómenos se quejan… Si es que no hay dios.

La conclusión, jefe, es que esto tiene poca solución y al fin nada cambiará demasiado, pasare lo que pasare. Eso sí, nos queda el consuelo de contarlo y así hacer tiempo hasta que esté la comida. Y luego, engañando al estómago, la neurona descansa y olvida (no me ha gustado mucho el final, pero ya lo dejo aquí, que me he dado hambre a mí mismo).

Buenas tardes.

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