OTRA MIRADA, RETROALIMENTACIÓN

el 29/6/2022 20:22:30 (209 Lecturas)

Es de suponer que, si el señor Manes levantara la cabeza, diría aquello de «no me lo puedo creer»; y no sería para menos ya que, después de pasarse la vida entera intentando montar una religión que simplificara todo entre buenos y malos, dieciocho siglos después le llega el éxito; y no uno cualquiera sino aquel que ni se atrevió a imaginar: la sociedad entera dividida en los dos bandos, buenos y malos, sin la más remota posibilidad de matices ni mucho menos excepciones: pones la teletonta y allí están los dos bandos tan definidos que ni se molestan en oírs, (mucho menos en escucharse), en el convencimiento de que la bondad propia es el equivalente certero de la maldad del otro. Si hablan los políticos sucede tres cuartos de lo mismo, las religiones o cualquier otra forma de afirmación personal o colectiva

Pero, si bien se mira, este estado de cosas es la inevitable conclusión de un largo proceso de involución cultural, racional e ideológica en el que el ser humano, empeñado en hozar en la simpleza, la ramplonería, la pereza mental y la estupidez, se ha embarcado, a lo que parece, sin billete de vuelta. Las cosas son más entendibles, precisan de un esfuerzo mucho menor si reducimos las respuestas del examen «a sí o no», verdadero o falso, bueno o malo; además, al ser solamente dos opciones las posibles, sin gastar un ergio de energía, tenemos garantizado el 50% de acierto. ¿Para qué complicarse la vida con complejidades dialécticas?
Aquí y ahora en este lugar y momento de nuestros pecados, la derecha, la derecha derecha y la izquierda progre se han organizado una batallita, de esas que necesitan de vez en cuando para justificar su vivir del bolsillo ciudadano, sobre la bagatela de 20.000 millones de euros presupuestarios, que unos dicen que son para que llueva y los otros para que escampe; y sus voceros (que los tienen a miles de miles) llenando de falsa mercromina la arena del circo para solaz de sus incondicionales sedientos de la sangre del rival. Menos mal que aún quedan unos pocos que mantienen la ya desusada costumbre de desmenuzar la verdad, como por ejemplo ese nuevo digital llamado la hora digital, que se ha molestado en hacérnoslo entendible. Gracias por tanto, porque así podemos afirmar que las derechas mienten (como casi siempre a falta de más ideas) cuando afirman que los milloncetes son para el ministerio de Igualdad para campañas que demuestren lo evidente, que los hombres y las mujeres somos iguales y que nos desigualan los sistemas; y es sobre los sistemas donde deben actuar los políticos; tienen la obligación de hacerlo aunque la pereza (y sobre todo el miedo a poderosos enemigos) les lleva, casi siempre, a aplazar la acción para otro momento, que es lindero con el nunca.
Y en esas llevan una temporadita justificando sus sueldos. El plan estratégico para la igualdad que distribuye ese dinero entre 2022 y 2025 entre los ministerios para políticas que fomenten la igualdad efectiva, suma a la confusión del gobierno, la desinformación y las mentiras de la oposición, un plan que se activa de forma periódica (el anterior fue entre 2014 y 2016) y que incluye «medidas, que recopila y coordina la ministra de Igualdad, y que buscan enfrentar las desigualdades entre mujeres y hombres que se reflejan en los presupuestos Generales del Estado», ¡¡que ha elaborado el mismo Gobierno!!
Durante las cuatro décadas que trabajé en el sector público no vi la brecha social con las mujeres compañeras del sector docente; como digo, era el sector público. Ahora, mis actuales compañeras (todavía estamos en la misma coalición, UP) Montero y Belarra, con su larga experiencia en el frío siberiano del sector privado, están más que capacitadas para denunciar la brutal desigualdad en detrimento de las mujeres.
Una de las expresiones más elementales del Álgebra se llama igualdad, p.e. a = b, que se lee «a es igual a b»; a representa los derechos de las mujeres y b los de los hombres y el Plan Estratégico para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres pretende que sea verdad a = b.
Veamos el mundo real; ese mundo está lleno de hombres y mujeres que, habiendo sido pareja, se separan con algún hijo en común; asunto complejo donde los haya, sobre todo en lo referente al pequeño. Las estadísticas, que para eso están, nos dicen que la mayoría de las situaciones se «resuelven legalmente» del modo siguiente: un fin de semana con mamá, otro con papá de manera alternativa. El resto del tiempo el niño está con mamá salvo que dos días de la semana (martes y jueves) entre las 14 y las 20 horas el niño estará con papá. Resumiendo, con números, que lo que no son cuentas, ya sabemos que son cuentos: de las 336 que tiene el ciclo de dos semanas, el niño está con papá 78 horas, o lo que es lo mismo, el 23% del tiempo. Mamá lo tiene con ella el 77% restante. Partiendo del supuesto de que papá y mamá quieren estar con su hijo en el mayor tiempo posible, estos datos parecen escandalosos; y lo son. Salvo, claro está, que haya algún motivo «racional» por el que mamá tiene derechos secretos sobre el niño; o que tiene mayores necesidades de estar con su hijo; o simplemente, que mamá quiere al niño 3,35 veces más que papá; o que alguien ha encontrado la fórmula por la que el niño está 3,35 veces mejor con mamá que con papá; o que sea verdad eso que dicen los herejes de que todos los ismos acaban en religiones plagadas de dogmas; o… podríamos seguir ad infinitum; mientras, voy (vamos) esperando que alguien nos explique la ciencia del asunto, un poco más allá de que a las asociaciones de mujeres progresistas no les guste, ni poco, ni mucho, ni nada la custodia igualitaria de los hijos.
Pues miren ustedes por donde, buscando en los recovecos del igualitario Plan Estratégico… bla, bla, bla, no se encuentra una sola palabra, ni un solo euro, para «enfrentar esta desigualdad que, contra los padres, hombres a fin de cuentas, se refleja en la vida real», no en el mundo de yupi de las cruzadas sistemáticas contra los hombres-padres. ¿Se ha detenido alguien a pensar en la remota posibilidad de que una parte de la violencia machista, de género, directa o «vicaria», tenga algo que ver con esa desigualdad, tan evidente como incontestable? De 20.000 millones quizás queden unas pesetillas para darse una vuelta por las cárceles, y hablar, ya en el frío lejano de las sentencias, con los que penan sus culpas.
Puro y duro maniqueísmo; la derecha, cazando gamusinos a garrotazos, se las pone como dicen que se las ponían al godo Wamba. Retroalimentación: hoy por ti, mañana por mí.

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