La Caja de las Letras del Instituto Cervantes cuenta, desde el pasado 27 de octubre, con un legado in memoriam del escritor villanovense Felipe Trigo. Un legado que entregaron su nieta, Carmen Trigo Casla y su tataranieto Ricardo Carrasco Cubiles. Está compuesto por manuscritos de varias de sus obras, artículos, ensayos y narrativa; así como correspondencia personal, fotos y autorretratos fotográficos, ya que Trigo era un gran aficionado a la fotografía. En concreto, la caja de Felipe Trigo es la superior a la de Federico García Lorca y está junto a las de Unamuno y Ramón y Cajal.
En el acto, además de su nieta y tataranieto, estuvieron el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero; el ensayista y profesor Luis Sáez Delgado, editor filológico de la obra de Trigo y director de la revista Estudios extremeños. Como testigo de honor, Antonieta Benítez, responsable del Servicio de Publicaciones de la Diputación de Badajoz, que se ha encargado de mantener vivo el recuerdo de Felipe Trigo.
Importante legado
La entrega de este legado a la Caja de las Letras ha sido posible gracias a la amistad que une a Sáez con la familia Trigo, quien puso en contacto a la familia con la dirección del Instituto Cervantes para que parte del legado del escritor villanovense esté siempre en la historia de la literatura y de la lengua española.
Trigo, se recuerda desde el Instituto, fue figura polémica y relevante en la literatura española de principios del siglo XX, fue autor de bestsellers de la época como Las ingenuas, El médico rural o Jarrapellejos, en los que realiza una profunda crítica de la sociedad española.
García Montero destacó el compromiso social de Trigo, que hizo que su repentino éxito literario “no le convirtiese en un refugio halagador, sino en una invitación para seguir investigando y seguir comprometiéndose con una literatura de calidad capaz de abrir las conciencias de sus lectores”.
García Montero destacó que con esta entrega del legado de Trigo “reivindicamos la historia de la literatura, de nuestra conciencia cívica y de nuestro país, porque en los años 70, la dictadura franquista había conseguido silenciar algunos nombres que resultaran incómodos y Felipe Trigo era uno de ellos”, expresó. Su obra, añadió, “ha sabido resistir el paso del tiempo y ha hecho posible que estudiosos nos hayan devuelto al presente la personalidad de Trigo”.
Por su parte, Carmen Trigo, se refirió con cariño a los rincones de la casa de su abuelo, al cual no conoció en persona, pero que causó una profunda impresión en el devenir de su vida y del de su familia. Hay que recordar que Felipe Trigo fue uno de los médicos escritores más importantes de la época de la Restauración borbónica. Fue médico rural y médico militar, especialmente conocido por su obra literaria y periodística, y tuvo un gran interés por conocer cómo era la práctica médica, los avances médicos del siglo XIX y las relaciones que se establecían con el pueblo llano y los caciques de la época.
Trigo también fue conocido por sus obras de literatura erótica por las que fue atacado en su tiempo, lo que contribuyó a su olvido después de su muerte. Después de décadas de ser prácticamente ignorado, vuelve a ser considerado como uno de los médicos escritores más notables de su generación.
Familiares de Trigo y autoridades literarias.





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