Por: Pedro Rodríguez Bermejo

Batalla por el reinado de la noche

“LOS PECADORES” (4 estrellas)

DIRECTOR: Ryan Coogler.

INTÉRPRETES: Michael B. Jordan, Hailee Stanfield, Miles Caton, Wunmi Mosaku, Delroy Lindo, Jack O’Connell, Jayme Lawson.

GÉNERO: Terror / DURACIÓN: 137 minutos / PAÍS: EE.UU. / AÑO: 2025

 

Ryan Coogler, que ya me atrapó con su ópera prima Fruitvale Station (2013), un drama social de denuncia racista basado en hechos reales, se muestra más alucinado que nunca narrando las vicisitudes de dos hermanos gemelos Smoke y Stack, interpretados ambos por Michael B. Jordan, que dejan atrás sus problemáticas vidas como gánsteres en Chicago para regresar a su pueblo natal de Clarksdale, situado en el Delta del Misisipi, y comenzar una nueva vida transformando un granero en un club nocturno musical, pero lo que se encuentran es un mal mayor que les da la bienvenida.

Ryan Coogler demuestra su habilidad para fusionar el drama íntimo con las tensiones sociales, lo hace ahora con una historia fantástica que se siente tan ancestral como brutalmente contemporánea. Michael B. Jordan, en un interesante y complejo desafío que explora los matices de los dos hermanos gemelos a quienes da vida en la búsqueda de un refugio para la redención y prosperidad, pero lo que hallarán es un enfrentamiento con unas fuerzas más oscuras que sus propios pecados: paletos supremacistas del Ku Klux Klan y vampiros sedientos de sangre liderados por un tipo feroz de origen irlandés llamado Remmick (Jack O’Connell).

La película arranca con un ritmo pausado que irá in crescendo a medida que el espectador se sitúa en el paisaje realista de un pueblo corroído por la culpa, el abandono y una violencia latente. Son tiempos de segregación racial. Así, en cada plano se evoca un peso emocional que cubre como un manto a los protagonistas, endurecidos por la vida en chicago, pero idealistas que mantienen una esperanza terca, casi trágica, en su éxito, basado en su olfato para los negocios y el apoyo fraternal. Los pecadores no es sólo una película de terror gótico sureño, también una inmersión en el legado del pecado colectivo del racismo que permea todo el relato, explorando como una comunidad temerosa de Dios, envuelta en una atmósfera enrarecida, puede ser abducida por un Mal pretérito enraizado en la comunidad, en la tierra… en la sangre.

Los pecadores, con ecos de drama espiritual y culto a los orígenes, se convierte así en una experiencia emocional y sensorial, con la música de Ludwig Göransson que refuerza los sentimientos de pertenencia a una comunidad con piezas musicales que conmueven y ponen a flor de piel múltiples sensaciones, las señas de identidad de un pueblo que se niega a ver usurpadas sus raíces y que, del crepúsculo al amanecer, librarán una sangrienta batalla cultural que dilucidará quien triunfa en la noche, dando lugar a la mejor secuencia de la función. Será cuando Sammy, el primo de los gemelos haga rugir a la guitarra y en la pista de baile sean invocados los espíritus musicales pasados y futuros de su comunidad. Es entonces cuando el trío de chupasangres irlandeses, con sus folclóricas melodías, intentarán cambiar el rumbo de la apoteósica fiesta. Con una iluminación de tonos apagados y texturas casi tangibles que refuerza los enigmas recónditos del singular paisaje sureño y un libreto que, aunque enfatiza innecesariamente algunos simbolismos, logra mantener la tensión efervescente hasta un clímax que es a la vez devastador y catártico, del que pocos saldrán indemnes augurando con pesimismo un mañana lleno de incertidumbres.

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