En momentos difíciles en los que el mundo está convulsionado por crisis financieras, guerras, ideologías y creencias religiosas, es cuando el ser humano se posiciona con más fuerza a favor o en contra de aquello que le dicta su conciencia y su sentido común, aunque estos dictados vayan en contra de sus intereses y a favor de algún/os colectivos que estén siendo aniquilados o masacrados por el poder económico y militar.
Tal es el caso de judíos y palestinos... Durante largos años, he sido un admirador del pueblo judío y solidario con sus desdichas, desde los tiempos de su divagar por los inhóspitos desiertos hasta la inquisición española que los desposeyó de todos sus bienes y de su dignidad como pueblo, expulsándolos de un país que para ellos era el suyo. Tanto es así, que aún hoy y después de tanto tiempo transcurrido, los judíos sefarditas descendientes de los expulsados por los reyes católicos, sienten la añoranza del país que los expulsó a un destino incierto en el cual han estado viviendo generación tras generación.