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Jesús Adame : COSAS MÍAS, ¿A QUIEN TEMERÉ? |
el 29/6/2022 20:17:19 (398 Lecturas) |
A nosotros mismos? Pues, sí; ¡En tantas ocasiones no lo somos! Y Dios es bueno, pero nosotros dejamos un poco (bastante) que desear. En mi anterior opinión sobre el temita de marras, me apoyaba en la magnífica frase de nuestros padres y abuelos que rezaba: “si ganas cinco, gasta tres y ahorra dos”. Claro que aquellas buenas, sabias y trabajadoras personas, no entendían nada sobre eso del PIB, que encima tiene nombre de cachondeo. ¿Lo entendemos nosotros?, me parece que no del todo... |
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Jesús Adame : COSAS MÍAS, Especial ‘Santiago y Santa Ana 2021’ UN PAÍS ALEGRE Y CONFIADO |
el 11/8/2021 18:12:27 (286 Lecturas) |
Confiado, digo, no confinado. Tan solo con la “n”, ésta le confiere a aquella, tan bonachona palabra, un tétrico sentido, superando en repulsión a las advenedizas almóndiga, cocreta, o facistoide, por ejemplo. No, solo pretendo preguntarme acerca del orgullo humano. Y de su pérdida. “Casi ná” |
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Jesús Adame : COSAS MÍAS, CAMBIAR DE ‘LOOK’ |
el 21/9/2020 9:46:48 (440 Lecturas) |
ODIO TENER QUE UTILIZAR BARBARISMOS EN MI LÉXICO, TENIENDO, COMO TENEMOS, UN IDIOMA QUE ES LA ENVIDIA DEL MUNDO MUNDIAL. PERO A VECES SE HACE NECESARIO PARA, MÁS QUE NADA, TRATAR DE CONSEGUIR UN RETRATO LO MÁS APROXIMADO POSIBLE DE LA HUMANA ESTUPIDEZ |
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Jesús Adame : COSAS MÍAS, ¡AY, QUÉ RISA, MARÍA LUISA! |
el 2/7/2020 17:20:14 (459 Lecturas) |
Usted perdone, señora mía. Bueno, realmente, señora mía no lo es, desde luego; y señora, pues, usted perdone si no lo fuera; quiero decir, que puede ser señorita, si está casada, o compañera de alguien, o..., yo que sé. Se puede ser cualquier cosa hoy en día. Discúlpeme porque la verdad es que tal y como tenemos los registros civiles, es que no me aclaro... |
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Jesús Adame : COSAS MÍAS, EL ALGODÓN NO ENGAÑA |
el 17/4/2020 15:37:40 (444 Lecturas) |
Y es cierto; “el algodón nunca engaña”. Y es una prueba definitiva. ¡Pasas el algodoncito por encima del mueble y...! ¡zás, cazaste a la vecina!. Ella que se las da de limpia limpísima; pero claro, en cuanto se descuida tu acaricias sus muebles con un trocito de algodón y, como es tan blanco y tan pegadizo el puñetero, pues te resalta lo que el ojo no ve (porque no quiere verlo, o porque está tan ciego que verdaderamente no ve tres en un burro) |
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