A nosotros mismos? Pues, sí; ¡En tantas ocasiones no lo somos! Y Dios es bueno, pero nosotros dejamos un poco (bastante) que desear. En mi anterior opinión sobre el temita de marras, me apoyaba en la magnífica frase de nuestros padres y abuelos que rezaba: “si ganas cinco, gasta tres y ahorra dos”. Claro que aquellas buenas, sabias y trabajadoras personas, no entendían nada sobre eso del PIB, que encima tiene nombre de cachondeo. ¿Lo entendemos nosotros?, me parece que no del todo...
¿Se comprende en las altas esferas del gobierno y de la economía?; yo creo, sin entender demasiado sobre el tal PIB, que ellos tampoco entienden, más allá de que hay que gastarse todo lo que humanamente se pueda sacar de la cartera de aquellos que están condenados de por vida a “llenarla” con el sudor de su frente. Y, no obstante, sus siglas son siglas clarificadoras; nada más y nada menos que “producto interior bruto”; o sea, lo que producimos en nuestra tierra, pero a lo bestia. Aunque no será tan a lo bruto cuando tenemos que recurrir a que nos presten y debamos ya un ojo de la cara a fondos internacionales; y no solo un ojo, sino parte de otras partes.
Y es que no se nos ha olvidado cómo actuaban aquellos animales de la Edad Media que, a caballo, recorrían las tristes chozas de los gobernados y les arrebataban hasta el último grano de la cosecha anual. Pero mire usted, que no voy a poder sembrar este año. Nada, nada, a ver ese saco que has escondido bajo el catre.
La culpa la tiene el cine que nos “culturiza” sobre estos y sobre otros aspectos de nuestro pasado. Y esas películas las ven naturalmente los políticos; y, claro, se les pega la idea enseguida. ¡Jopé, pues yo podría recaudar de esa manera; solo me falta el caballo!; y la espada, déjate, que sin espada no se puede obligar eficazmente a ningún sujeto “pasivo” (otro nombrecito de mérito) a que te suelte la yesca.
El caso es que tenemos un país parecido a un jardín, pletórico de regalos y prebendas, y que nos ofrece todo ello si lo queremos. Tan solo hay que trabajarle; un poquito, no hace falta quebrar tampoco. Pero claro, la sopa boba es la sopa boba; ¡que trabajen ellos!. Recuerdo esa frase encuadrada ante una situación parecida: ¡que inventen ellos!. Pero, coño (perdón), ¡si nosotros no inventamos la pólvora porque se nos adelantaron los chinos!. Pero inventamos la fregona, por ejemplo. Y de ahí, al submarino; ¡y la tortilla de patatas, que ha dado de comer a media humanidad!, descontando a los chinos que se apañan con un plato de arroz. No teníamos “donde caernos muertos”, pero inventábamos; no teníamos en qué trabajar, pero trabajábamos. Ahora, hoy en día, sí tenemos una obligación, la de trabajar duro, y la de ahorrar, pero no ahorramos, ni... ¡tan poco!; dejémoslo ahí.
Un padre golfo, manirroto, o sencillamente torpe, para llegar a fin de mes pide prestado y como se lo dan (a un módico interés o con usura, según los casos, da igual), tiene un agujero en la mano por donde se van los billetes, y, aunque tenga posibilidades de sol, de minerales, de viento, pues... ¡que lo hagan ellos!. Y, además, mira que somos listos, siempre habrá alguien que nos suministre, y si hubiera problemas, serán de ellos y no nuestros. La idea (si es que sale de algún cerebro no dañado) es la de pedir un crédito, y comprar en lugar de producir. ¿Cómo? Con un crédito, hombre, que p´a eso están. Y, al PIB, ¡que le den!. ¡Que se creen estos que van a cobrar!; ¡p´a lo que nos queda a nosotros!. Ni los nietos, ni los biznietos; y de ahí pa´lante, no conoceremos ni a los prestamistas de, “asin que”...
Debo insistir: “¿a quién temeré?”. El Jefe aprieta, pero no ahoga. “Si me queréis, no preocuparse”. Pero, ¿le queremos?
Y, cambiando el tema de las debilidades o veleidades del presunto manirroto cabeza de familia, ahí va otro temazo que es de libro y que se me antoja paradigma de la política antidemocrática, amén de estúpida, contradictoria y lesiva para el propio interés. ¡Hagamos una estructura que se pueda desmontar con facilidad!. Algo así como un mecano. Una terapia de la que, en esta época de legislaciones impenitentemente igualatorias, necesitáramos como desahogo social; una estructura sin duda original que, la llamemos como la llamemos, se basa (pasmo que me da) “en desigualar” con increíble fundamento en presuntas y simples “singularidades”; el RH de sus individuos es el mismo (¡faltaría!). Todos, singulares o no, son ¡SASTAMENTE IGUALES ante, ... bueno, ante... eso que se dice!. A ver, ponerse en fila, y que levanten la mano los que bailan la jota; otra fila para los que al hablar farfullen unos cuantos sonidos típicos aunque sean ininteligibles (ejemplo, para que no se pierdan: “A Coruña” ya no indica una dirección; ¡así les va a ir!).
Hemos tenido siempre, como todo hijo de vecino, un gobierno mejor, o regular, o nefasto; pero uno. Pues no señor, nosotros somos más papistas que el Papa, y creamos diecisiete nuevos más, además del central, y dos ciudades con una extraña y temerosa independencia. Les faltó tiempo a todas las recién creadas “autonosuyas” para echar a correr; unos con las Nike y otros con alpargatas, reconozcámoslo.
¿Quién puede ir ganando la carrera?; pues, blanco y en botella. Por cierto, hoy escucho la noticia de que otro tren extremeño deja tirados a sus viajeros. Además, la que luce las mejores de las “singulares galas”, si le apetece, puede reclamar que las otras dieciséis le compren un traje que “conjunte” con las Nike. Y en el caso de que el gobierno central parezca que se cabrea, puede largarse tranquilamente al extranjero (y, ¡sorpresa!, se refugia al amparo del reciente “amigo”, “Unión Europea”) hasta que pase el chaparrón. Naturalmente, como nos hacen tragar, con los gastos pagados por el desgobierno central, o sea por las 16, y por las dos aquellas a las que con tanto deleite está mirando el moro últimamente; o sea, por todos nosotros; si, si, por los deudores del préstamo.
Y, ¿no creen ustedes que solo el propio mantenimiento de tan débil “mecano” debe resultar enormemente costoso?.
Pues muchos más temas encontraríamos si continuáramos arañando y fisgando en su estructura. Es como si contratáramos a un segurata solo para que nos pegue un par de tortas todas las mañanas a las diez. Ya resultaría costoso, solo eso; e inútil.
Hay más, mucho más. Bismarck opinaba que España es un país fuerte porque, por más que lo intentan sus habitantes, no son capaces de destruirle.
Cierto que no hay a “quien temer”; pero, por prudencia al menos, cada uno de nosotros debería hacer un “examen de conciencia” (serio), y actuar conforme al dictado de ella.
CHASCARRILLO
¿Educar o formar?. La educación, en la familia; con el ejemplo. La formación, en centros de enseñanza; aprobando, claro. Y mejor las dos; ¡alalimón!.