Recuerdo el programa de TVE1 "Tengo una pregunta para usted, señor Presidente" (marzo de 2007). En aquel programa fue entrevistado el señor Zapatero, y sometido a preguntas por un público heterogéneo. Zapatero, con expresión y pose de vampiro insatisfecho, con mirada esquiva, tétrica y huraña, fue contestando, según él, exitosamente a todas las preguntas que le formulaban. ¿A todas? No. No supo contestar el valor de un café en una cafetería. Dijo que costaba 0,80 €, lejos del precio real. Aquí me mostró su escaso talante sociable (aparte del poco socialismo que tenía)
Caminar por las calles y dialogar, mientras toma una cerveza o un vaso de vino en un bar, no es ninguna deshonra; lo contrario es ser un misántropo. Él solo fue sociable en el Congreso de los Diputados, donde tomaba su café apartado de la ciudadanía. En la cafetería del Congreso de los Diputados, el café sí cuesta 0,80 €, y con una tostada, 0,92 €.
¿Por qué este largo prólogo? Simplemente para manifestar que mientras más dinero tiene una persona, menos gasta y más consigue, y más se aparta de la sociedad. Así se puede hacer rico. No menos son sus señorías (las del Congreso, Senado y Asamblea de Madrid), que van de víctimas agonizantes económicamente y de exceso de trabajo, no reconocido. Pues bien, digan lo que digan, son los españoles que más ganan (fuera de especuladores y banqueros) y comen a cuerpo de rey -perdón por la expresión- a expensas del ciudadano de a pie. La mayoría de estos ganapanes, voces de sus amos, comen mejor y más barato que cualquier español.
El señor Arturo Fernández, actual Presidente de la Patronal Madrileña, es el concesionario de los servicios de restaurantes de la Asamblea de Madrid, del Senado y del Congreso de los Diputados. Este señor, el tal Fernández, como empresario jefe de su empresa de restauración, dice desconocer el importe de los menús de los restaurantes de esos organismos oficiales (eso dice él).
Preguntado, hace unos días, por el periodista señor Melchor Miralles que por qué cuesta un menú a sus señorías 3,5 euros, el lo negó. El señor Miralles insistió en los precios, mostrándole facturas que tenía en su poder, pero el señor Fernández, ruborizado y balbuceando, quiso salir del paso con titubeos. El menú consta de dos platos, postre, bebidas y café. Acorralado el señor Fernández, vino a reconocer que el negocio, con ese precio sería ruinoso, si no estuviera subvencionado. Y aquí están los pecados de sus señorías y de los tocatimbres que ostentan también el cargo de señorías: subvenciones para comer, que para este año, sólo en el Congreso, se presupuestaron 850.000 €. Con este dinero, ya pueden comer bien sus señorías, aunque tengan que poner 3,50 €.
Primer pecado: sus señorías reciben dietas para el transporte, gastos de hoteles y comidas (1.823,86 € mensuales del Congreso en dietas de alojamiento y manutención). Algunos tienen casa en Madrid y otros, para ahorrarse dinero, comen en los restaurantes de estos organismos por nada y menos. Pienso que les sobran o deberían sobrarles dineros de sus dietas. Con el recorte que hay, mirando los desahucios y la miseria que muchos sufren, bien podían, sí les sobrase dinero de las dietas, devolver el sobrante, no de sus sueldos, para cubrir un poco las necesidades de tantas personas que ellos dicen representar. En casas de acogidas o en comedores comunitarios, serían bien admitidos.
Segundo pecado: en Madrid (creo que también en la Comunidad Valenciana), con eso de los recortes y para "sacar más perras", los colegios públicos cobran a los escolares por llevar la fiambrera de sus casas al colegio, usar el microondas para calentar esa comida y utilizar el comedor del mismo colegio 3,80 euros. O sea, los escolares pagan más por comer que sus señorías, y además tienen que llevar sus viandas; sus señorías comen con el dinero que nosotros les subvencionamos.
¡Vaya ralea de gente privilegiada, por el único trabajo de tocar un timbre, muchos de ellos, y beber un buen vino en la cafetería "oficial" a expensas del pueblo! Poco escrúpulo hay, cuando muchos de los ciudadanos arruinados e indigentes, que ellos dicen representar, viven en la calle y comen en comedores de la Iglesia Católica, y todo por culpa de unos políticos inútiles que han provocado una crisis económica y han cerrado los ojos ante desfalcos bancarios y fraudes de "burbujas".
Hay muchos Zapateros sueltos todavía, en todos los partidos políticos, que no conocen el valor de un café en la calle, pero sí saben cómo guardar sus prebendas y privilegios, sin miramiento hacia los ciudadanos, a los que dicen representar.
¡Que les aproveche la comida que les pagamos!
Don Benito,
día de Todos los Santos de 2012