En el año 2002 publiqué en este mismo semanario este artículo: La Crisis: ¿Mito o Realidad? Me motiva en la fecha de hoy la situación internacional donde se continúa conspirando, constantemente, contra la sociedad para desestructurarla. Y siendo la situación bastante problemática y dolorosa, quieren simplificarla acudiendo a la palabra "crisis".

Tomé como base un trabajo de Fernando Savater y así lo mantengo pero actualizado: "El Mito de la Crisis. Una superstición sociológica". Voy a volver, en estos tiempos de crisis por todas partes, a continuar aportando este trabajo que junto a otras informaciones que he conseguido sobre esta palabra, iré ampliando en varios artículos para ver cómo nos engañan los poderosos del momento.
Tres palabras, "Crisis, Progreso, Dios", fueron creadas para conspirar, fabular y desorientar al ciudadano y a la sociedad. Estas tres palabras han movido al mundo, en el sentido especulativo, más que los seis mil millones de humanos que le habitamos, que habrían preferido otro movimiento. El caso es que estamos continuamente en una gran abstracción, apuntalada por palabras que perdieron su relación vital con los humanos, pero que las mantienen a fuerza de repetirlas miles y miles de veces y así cumplen la función encomendada: que olvidemos las leyes que rigen la naturaleza y como consecuencia vivamos en un "presente incompleto". Todo gracias al mito, muchas veces también realidad, de estas tres palabras: "Crisis, Progreso, Dios".
La primera palabra que he elegido, de entre las tres que propongo, es "la crisis". Gran responsable, esta palabra, de muchos males que padecemos en estos tiempos de incertidumbre, precisamente por vivir en una "crisis" que nos impide analizar la situación fuera de ella misma. Dice Savater: "Vivimos en plena Crisis": fórmula utilizada por los entendidos y los profanos; por los optimistas y los pesimistas; por las izquierdas y las derechas. Esta milagrosa coincidencia opositorum nos une a todos, hasta a las ideologías más divergentes, y así decimos con gran lucidez tranquilizadora: "Vivimos en plena Crisis".
Esta fórmula mágica es lo único que sabemos de cierto en este mundo tan complejo y de tantas perplejidades. Si nos quitan la palabra "crisis" no sabríamos a qué agarrarnos, porque entonces habría que buscar responsables humanos y alternativas saludables para cada situación pero eso ni se quiere intentar.
Cuando algo va mal o no ha dado el resultado que se esperaba es que ha entrado en "crisis". Se trata de una explicación bastante hechicera como lo prueban los ciento cincuenta años que lleva de vigencia, los mismos que la propia sociología, disciplina bastante bien perfilada.
La crisis comenzó de una manera prudente, entrando poco a poco en la sociedad. Hoy todo está en crisis y está al alcance de todos: Vd. puede disfrutar de ella. Ha pasado de ser una zozobra de visionarios a convertirse en un electrodoméstico más de la casa.
Se hable de lo que se hable es de buen tono comenzar el debate refiriéndose a la crisis del tema en cuestión y con la tranquilidad para todos los participantes de que por los menos esa parte del debate no será rebatida por nadie.
De manera que los valores están en crisis, también la revolución; hay crisis en el Arte y en el pensamiento científico, las Iglesias están en crisis, los partidos políticos también; hay crisis del Capital y, por supuesto, en el movimiento obrero; está la crisis del Tercer Mundo, la del dólar, la crisis de la unidad europea, la del internacionalismo comunista, la crisis energética, la crisis de la familia, la crisis de las alternativas a la familia, la de la Filosofía, la del racionalismo, la del psicoanálisis, la del Estado. La Medicina oficial sí que está en crisis, el deporte está en crisis, también han entrado en crisis el cine, el teatro, la televisión, la radio y el guiñol… Todo está en una gravísima crisis, menos el mismo concepto de crisis, concepto que cada vez está más robusto y asentado, dice Savater.
Ante cualquier perplejidad de la vida con recurrir y culpabilizar a la palabra crisis de todos los males tienes asegurada tu baza; acudiendo a la palabra crisis sientas bien tu plaza de pensador crítico y, además, se contenta a un público bien sea conservador o progresista. En cualquier debate, al plantear que el tema del día está en crisis, introduces un elemento de zozobra para sembrar la inquietud de los asistentes pero, al mismo tiempo, se descargan otros elementos de grandes responsabilidades. O sea, que nunca encontraremos ni las causas de la situación, al debatir, ni a los responsables de la debacle, lo que tranquiliza a los asistentes. Es decir, que se puede ser muy profundo sin decir nada relevante, cualidad ésta de muchos sociólogos.
¡Todo puede ocurrir dentro de la crisis! De momento nada se puede hacer contra la crisis. Pero la preocupación y el pesar que nos causa el saber que todo lo que amamos está en una auténtica crisis, viene compensada por la seguridad para tranquilizarnos de que todo lo que odiamos también está en una gran crisis. En el fondo, todos tenemos miedo porque creemos que lo único que podría zarandearnos de veras es el brusco final de la crisis, pero esta eventualidad es, afortunadamente inimaginable, como más adelante nos demostrará Fernando Savater.

Por
Jesús Gómez
Romero